viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Por qué se debe invertir en políticas sociales orientadas a la atención de la niñez?


La evaluación del desarrollo de las comunidades y de la sociedad en general puede abarcarse desde múltiples posiciones o criterios enmarcados desde la realidad social y psicológica de los individuos que se desenvuelven en un determinado contexto sociocultural, tales criterios ofrecen indicadores subjetivos y objetivos que pueden dar cuenta de la forma como se encuentra conformada la dinámica de desarrollo social de los pueblos así como las fortalezas y debilidades de los mismos, uno de los principales indicadores de desarrollo social puede ubicarse en la determinación de los niveles de calidad de vida de la niñez perteneciente a determinada sociedad en consideración de la relevancia que tienen los primeros años de vida para el desarrollo de los individuos en su medio social, sobre todo si se entiende que desde éste período se inicia la formación de los individuos como sujetos políticos en función de la comprensión extensa de dicho término, por ende, representa para el gobierno centralizado y el de cabeceras departamentales en general la formulación de planes de gobierno que atiendan la niñez como un hecho prioritario, de allí la necesidad de realizar políticas de encaminadas a brindar atención directa y especializada a los fenómenos y sucesos que rodean a la niñez. El desarrollo de planes de gobierno que contemple una política social encaminada a la atención de los niños encuentra su sentido en las consecuencias que la misma puede ofrecer tanto para el grupo de infantes como para la sociedad en general, las cuales abarcan aspectos como los siguientes:

El desarrollo de políticas para la niñez implica la planeación, ejecución y evaluación de procedimientos encaminados a la atención de las condiciones ambientales de vida y desenvolvimiento de los niños, aspecto esencial para su crecimiento y desarrollo psicológico en tanto la optimización del ambiente ofrece mayores probabilidades de formación integral cuya consistencia le permita a los menores ampliar sus posibilidades de desarrollo social y psicológico. Un ambiente adecuado de desarrollo permite a la niñez el aumento de las probabilidades de crecimiento sano, libre de elementos que atenten contra su bienestar lo cual se refleja en un mayor rendimiento físico, cognitivo y biológico en general, lo que sin lugar a dudas contribuye a una mejoría de los niveles de morbilidad infantil representando un ítem positivo en materia de salud pública para cualquier sociedad. Sumado a la propensión de condiciones ambientales favorables, se encuentra la importante labor de creación de programas y políticas que contemplen el mejoramiento de las condiciones alimentarias y nutricionales de los niños, aspecto de redundante evidencia científica acerca de las consecuencias favorables que ofrece una adecuada nutrición para la niñez y los efectos adversos que representa la desnutrición o las malas condiciones nutritivas en general. Una política de gobierno preocupada por el desarrollo nutricional de los menores y encargada de ejecutar programas de atención en dicha materia genera impacto a corto y mediano plazo sobre el desarrollo madurativo y psicobiológico en general de la niñez, lo que influye en un aumento de los niveles de calidad de vida, indicador sustancial para la evaluación de la construcción de permeabilidad y atención integral a todas la poblaciones vulnerables, incluso, para la amortización de las molestas condiciones de vulnerabilidad psicosocial de los individuos.

De igual manera, las políticas centradas en la niñez no deben desenfocarse de la integralidad del desarrollo humano, por lo cual es indispensable la atención en materia de estimulación ambiental y psicológica; las condiciones de negligencia, desfavorablidad y marginación social, producen efectos adversos sobre el desarrollo de los niños, efectos que permanecen como huella psicológica en los mismos llegando a constituir los cimientos para las problemáticas psicoafectivas, emocionales y conductuales del futuro, por ello, la tención mediante políticas de niñez de las condiciones ambientales en busca de la estructuración de mejores condiciones de vida y la creación de un ambiente favorable, posibilitador de habilidades y conductas positivas, redunda en la formación psicológica y emocional sólida de manera que en nuestra sociedad exista cada vez menos niños inseguros, emocionalmente frágiles, comportamentalmente en desventaja, sino que induce a un desarrollo más maduro y con altas posibilidades adaptativas a las diversas condiciones sociales que viva en adelante.

Los niños que se desarrollan en ambientes negligentes suelen presentar una mayor tendencia a desarrollar patrones de comportamiento menos adaptativos, con fragilidad emocional, un escaso repertorio para el afrontamiento de condiciones psicológicas y sociales adversas así como para el control del estrés y sentimientos de marginación y exclusión social que pueden ser el seno de formación de conductas socialmente indeseadas o inadaptativas, en tanto se perciben inmersos en un ambiente que les niega posibilidades de desarrollo y en una sociedad inequitativa. Lo anterior expresa la urgente necesidad que las políticas orientadas a la niñez se apliquen en el medio social con fines tanto paliativos como preventivos, que permitan la creación de acciones programáticas facilitadoras de intervenciones cada vez más profundas de impacto social evidente que redunden en la disminución de tales fenómenos en la niñez.

Es de entenderse que un marcado componente educativo debe concertar dichos procesos sociopolíticos; la educación es una necesidad y un derecho de todo niño, pero ante todo una educación con calidad que incluya la formación en valores tendiente al desarrollo de prácticas sociales positivas que se ajusten a un estilo de vida en sociedad adaptado, altruista y cooperativo sin que ello implique un desenfocado subjetivismo que caiga en la utopía de la educación sino en la construcción de un ideal formativo. La generación de educación para todos los niños (y que a la par se trate de niños bien nutridos, estimulados positivamente, etc.) contribuye a la reducción de problemas académicos, dificultades en el aprendizaje, reducción de niveles de repitencia y mortalidad académica así como a una sociedad culturalmente más fuerte, más justa y más equitativa.

Sin duda, la construcción de políticas para la niñez tiene implicaciones sociales relevantes constituyéndose así en un proceso de necesaria implementación por sus repercusiones para los niños como para la sociedad en general.

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