viernes, 4 de diciembre de 2009

Metacognición y aprendizaje aplicado: una aproximación crítico-construccionista


La metacognición es una de las áreas de estudio dentro de la psicología cognitiva y sus campos aplicativos –esencialmente el educativo– a la cual se le ha dedicado un especial interés por parte de los estudiosos de la mente humana, considerando que en este proceso es posible identificar elementos sustanciales para la comprensión del procesamiento de informaciones y de estrategias que se asocian al aprendizaje.

Si bien es cierto que en primera medida solo el nombre de éste concepto puede despertar representaciones confusas por su abstracción y el carácter compuesto de la palabra (meta-cognición), se trata de un concepto aprehensible que se refiere a un proceso del cual nos valemos frecuentemente en la vida cotidiana y que nos sirve para control activo de las actividades cognitivas que desempeñan un papel importante en el aprendizaje. A través de la metacognición es posible desarrollar acciones como planear la manera como se debe enfocar el aprendizaje y las estrategias de pensamiento para resolver una tarea específica, para la comprensión de las tareas o para evaluar los avances obtenidos en el desarrollo de la misma. Todos los anteriores son procesos que se realizan mediante la acción metacognitiva que como puede verse tiene un importante rol en el desarrollo de los procesos de aprendizaje.

El estudio de la metacognición inició con Flavell (1979), quien supuso que la metacognición se dividía en dos elementos importantes a los que denominó metaconocimientos (conocimientos adquiridos sobre los procesos cognitivos) y experiencias metacognitivas (implican el uso de estrategia metacognitivas o regulación). Estos componentes son según Flavell los representantes esenciales del proceso de metacognición mediante el cual los individuos somos capaces de realizar “revisiones” de nuestro propio conocimiento con el fin de comprender los procesos y estrategias empleados para la resolución de una tarea determinada, de allí la relevancia que el autor le da a ésta importante función dado que es una forma de valorar nuestras propias funciones cognitivas.

La teoría de la metacognición propuesta por Flavell (1979), si bien ha sufrido replanteamientos desde nuevas perspectivas teóricas sustentadas en la investigación sobre el tema y pese a las dificultades metodológicas que implica su estudio (Flórez, Torrado, Mondragón & Pérez, 2003) conserva la fuerza de sus inicios, siendo considerada como un aporte primario para la comprensión de la forma como operan nuestros procesos cognitivos y la habilidad de los individuos para auto-regular los mismos. Por ende, es de entenderse que la metacognición se compone de procesos de planificación, evaluación, seguimiento y resolución de problemas al igual que de acciones como del rastreo de los resultados de estas actividades propendiendo por el logro en el éxito en el desarrollo de las mismas.

De lo anterior puede deducirse que los procesos metacognitivos, al ser una actividad de la nuestra propia cognición que se asocia a la evaluación de las operaciones cognitivas para la resolución de tareas, pueden ser susceptible de instrucción de manera que se trata de una habilidad que puede ser adquirida mediante el entrenamiento lo que representa una posibilidad de evolución y desarrollo del control individual de los procesos cognitivos. La posibilidad de instrucción es un hecho ventajoso en la medida que no todos los individuos poseen el mismo nivel de metacognición sino que se trata de una actividad psicológica que puede estar más desarrollada en unas personas que en otras, lo que permite mayor éxito en la resolución de tareas para los primeros, sin embargo, la posibilidad de instrucción abre la oportunidad de formación en estrategias que le permitan a los individuos tener un mejor nivel de evaluación, control, planeación y seguimiento de sus operaciones cognitivas lo cual redunda en sus posibilidades de éxito en contextos aplicativos. La formación o instrucción del aprendiz permite poder enseñar a los estudiantes a ser más conscientes de sus procesos de aprendizaje y desempeño así como a regular dichos procesos en pro de la obtención de un mejor nivel de rendimiento.

Mediante el desarrollo de tales habilidades cognitivas se facilita en los individuos la identificación clara y definida de los problemas a enfrentar por medio de la decodificación de los elementos fundamentales que componen a la tarea, ello permite la creación de una representación mental del problema que admite establecer los pasos para la solución del mismo así como aquellas acciones que pueden ser improductivas en esta empresa, con ello se pone en práctica la planeación y la evaluación de posibles soluciones hasta determinar la que es más ajustada a la acción por resolver (González & Molina, 2003). La mecánica de éste ejercicio tiene un alto nivel de complejidad que suele desarrollarse de forma rápida y generalmente imperceptible por los individuos, especialmente para quienes son cada vez más expertos en el manejo de una actividad específica.

Ahora bien, la metacognición como proceso cognitivo que discurre sobre los demás procesos cognitivos implica no solo ese seguimiento de los mismos sino que conlleva necesariamente componentes didácticos, es decir, implica aspectos aplicativos que subrayan en componentes metodológicos por lo cual diversos investigadores han sugerido modelos de aplicación a través de los cuales se busca que los individuos –esencialmente en el ámbito educativo- se enfrenten a la resolución de problemas abordando situaciones prácticas, conceptuales y factores asociados a las actitudes individuales de forma que con ello se dé un acercamiento de los estudiantes a la ciencia y al conocimiento (Tovar-Gálvez, 2008), es decir, se ha asociado el desarrollo de la metacognición con la construcción de nuevas propuestas epistemológicas.

Esta concepción es a nuestro juicio no solo ambiciosa y optimista en el mejor sentido de ambos términos, sino que implica una serie de componentes que apuntan tanto a favorecer la metacognición como en sentido contrapuesto a la misma, sin negar totalmente su importancia sino descubriendo sus debilidades lo cual también es una tarea importante dentro de la ciencia dado que, parafraseando a Popper, se requiere de la falsación para poder construir fundamentos teóricos sólidos y sostenibles (1994). Con esto apuntamos a identificar tanto los elementos fuertes de la metacognición como sus posibles debilidades conceptuales o aplicativas tarea que procuraremos explanar en adelante con la mayor brevedad.

La concepción de metacognición implica el desarrollo de un modelo de pensamiento unitario que supera la escolástica tradicional de los sistemas educativos en cuanto requiere del reconocimiento de la importancia de los aspectos individuales del estudiante que incluye sus formas de percibir, aprender, actuar y sentir (Tovar-Gálvez, 2008), pero al mismo tiempo implica la necesidad que el estudiante reconozca la relevancia de los contenidos que maneja en su formación educativa dándole significado a los mismos como una forma de conseguir que el proceso metacognitivo logre sus frutos. De no darse esa construcción de significado de parte del estudiante hacia los contenidos que recibe, se pierde la identidad del proceso enseñanza-aprendizaje y la resolución de las actividades o tareas, es posible entonces que los educandos tiendan a permanecer bajo operaciones cognitivas automáticas más no bajo un nivel consciente de operación formal del que el individuo tenga pleno conocimiento como una forma de controlar y conocer sus propias actividades cognitivas lo que afecta la relación entre las mismas y la consecución del logro.

Debe considerarse que el conocimiento sobre la propia cognición (o actividad metacognitiva) es un proceso que requiere la capacidad de tomar conciencia de la manera como funciona el propio aprendizaje en el estudiante, de forma que logre establecer la comprensión de los factores que influyen en la obtención de resultados, sin embargo, en la actividad de conocer, la propia cognición no necesariamente está asociada a la obtención de resultados exitosos puesto que no solo requiere reconocer los procedimientos cognitivos o intelectuales que se emplean en una tarea sino que conlleva a la necesidad de incluir en el repertorio cognitivo nuevas o mejores estrategias que permitan su aplicación en actividades concretas, de manera que las estrategias varían en función de cada situación particular de aprendizaje lo que podría conllevar a la necesidad de un nuevo proceso de metacognición en la búsqueda de estrategias que se acomoden a las nuevas exigencias de la tarea o del contexto de aprendizaje. Este fenómeno implica un nivel de formación e instrucción en los individuos en especial en quienes cumplen el rol de estudiantes si apelan a lograr el éxito académico; al tratarse de un fenómeno continuo, repetitivo, que implica ocasionalmente enfrentarse al fracaso al intentar resolver la tarea es posible que se requiera de altos niveles motivacionales en los estudiantes así como interés por superar la frustración, esto es, no solo requiere de auto-regulación de los procesos cognitivos sino que al parecer implica una auto-regulación de sentido, un proceso de control personal que integre tanto el locus externo (expectativas impuestas desde afuera) como el interno (expectativas trazadas desde adentro), en especial en actividades que son tendientes a la revisión, la corrección y la repetición frecuente de los objetivos propuestos como sucede en la investigación y la ciencia en general.

A nuestro juicio, los componentes personales son quizá los elementos más soslayables del modelo metacognitivo así como determinados aspectos epistemológicos asociados a los metaconocimientos si bien esa discusión no ocupa un primer plano en la presente disertación. Respecto a los componentes personales, puede agregarse que la metacognición se ve complejizada por la influencia de procesos individuales que podrían no darse de forma propicia para la construcción de una adecuada actividad metacognitiva en cuanto el individuo debe además de reconocer sus componentes cognitivos, articularlos de manera adecuada para poder lograr la solución de la tarea tras la decisión de tomar la estrategia adecuada, sin embargo, esto no garantiza el éxito en el proceso dado que como se describió con anterioridad las habilidades metacognitivas varían en función de las diferencias individuales lo que produce que algunos individuos puedan fracasar a pesar de desarrollar la actividad metacognitiva.

Todo esto implica la necesidad de desarrollar un proceso de formación que permita al estudiante o al individuo en general en sus contextos de aplicación del aprendizaje poder tomar decisiones complejas y eficaces frente a la solución de tareas, recordemos que si bien la metacognición es una actividad espontánea, su formación e instrucción fortalece la posibilidad que la misma sea más efectiva y funcional permitiendo la explicitación de los contenidos cognitivos y los procesos empleados para solucionar problemas, ahora bien, se requiere tener en cuenta aspectos personales que modulan los procesos cognitivos y pueden afectar el nivel de repuesta metacognitivo ante la tarea de forma que se entienda su naturaleza compleja, integrada y multifactorial.

Referencias

Flavell. J. (1979). Metacognition and cognitive monitoring. A new area of cognitive developmental inquiry. American psychologist, 34, (10), 906-911.

Flórez, R. Torrado, M. Mondragón, S. & Pérez, C. (2003). Explorando la metacognición: evidencia en actividades de lectura y escritura en niños y niñas de 5 a 10 años de edad. Revista colombiana de psicología, 12, 85-98.

González, N. & Molina, R. (2003). Procesos de Aprendizaje Mediados por las Tecnologías de la Información. Disponible en www.colombiaaprende.edu.co/html/.../articles-75595_archivo.pdf -

Tovar-Gálvez, J. (2008). Modelo metacognitivo como integrador de estrategias de enseñanza y estrategias de aprendizaje de las ciencias, y su relación con las competencias. Revista iberoamericana de educación, 46 (7), 1-9.

Popper, K. (1994). Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del conocimiento científico. Buenos Aires. Paidós.

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